25 sept 2011

"Todo el mundo quiere ir al cielo, pero nadie se quiere morir".



"Todo el mundo quiere ir al cielo, pero nadie se quiere morir".
Seguramente ya has oído el dicho: "Todo el mundo quiere ir al cielo, pero nadie se quiere morir". Yo veo esa actitud en todas partes: en los negocios, en las inversiones y en la vida de muchas personas. Pregúntale a quien sea: "¿Quieres ser rico?", y te responderá: "¡Por supuesto!". Pero pregúntale: "¿Estás dispuesto a hacer lo que haga falta?", y con frecuencia te devolverán una mirada vacía. Para mí, la diferencia entre alguien que realiza sus sueños y alguien que no, es que el primero tiene la disposición para hacer lo que se necesita para llegar hasta ahí, y el segundo no.
En un artículo anterior escribí acerca de los cuatro tipos de personas en que se puede dividir el mundo: aquellas que deben tener la razón, aquellas que deben permanecer cómodas, las que deben ganar y las que deben gustar. Yo soy un hombre del tipo "debo ganar", y para logarlo a veces uno tiene que hacer cosas que resultan incómodas y difíciles. La prueba más reveladora para un ganador (o perdedor) es cómo responde a la adversidad. ¿Qué hace cuando se halla bajo presión? ¿Retrocede? ¿Se da por vencido? ¿O se arremanga y pone manos a la obra? Y al final, ¿continúa avanzando? Esa respuesta cuando las cosas se complican es lo que señala la diferencia entre ser una persona rica o pobre


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