Embarazada.
Ahí estaba, claro como el día, dos líneas azules mirándome desde la prueba de embarazo que acababa de comprar.
La revisé dos veces…
Una línea = no embarazada.
Dos líneas = embarazada
Sí, definitivamente estaba embarazada.
Mi corazón latía con fuerza.
Estaba nerviosa, emocionada y asustada, todo al mismo tiempo.
¡Realmente estaba sucediendo! Después de años soñando, preparándome con anticipación para ese día. Finalmente había pasado. Iba a ser madre.
Aún no sabía que en nueve cortos meses, comenzaría el viaje más agotador, transformador, desgarrador, pero indescriptiblemente gratificante, de mi vida.
En nueve meses, aprendería el precio de la maternidad. Sabría exactamente lo que se necesita para ser una madre. Tendría una nueva comprensión de todas las cosas y una gratitud enorme por aquella mujer hermosa a la que llamo mamá.
Aprendería sobre cosas que experimentan las madres y que sus hijos nunca se enteran.
Aquí hay 10 cosas que tu madre nunca te dijo:
1. Tú la hiciste llorar… y mucho
Ella lloró cuando se enteró de que estaba embarazada. Y lloró de dolor cuando te dio a luz. Lloró cuando te sostuvo en sus brazos por primera vez. Lloró de felicidad y lloró de miedo. Lloró por preocupación, y porque te ama demasiado. Ella sentía tu dolor y tu felicidad, compartía todos tus sentimientos, te dieras cuenta o no.
2. Ella quería el último pedazo de pastel
Pero cuando vio cómo la mirabas con esos ojos grandes y cómo estabas disfrutando no se lo pudo comer. Ella sabía que la haría mucho más feliz ver cómo tú te lo comías.
3. Dolió
Cuando le tirabas del cabello, le dolía. Cuando la agarrabas con esas uñas afiladas imposibles de cortar, le dolía. Cuando la mordías mientras te daba leche, le dolía también. Cuando golpeabas sus costillas mientras crecías en su vientre. Cuando su estómago se expandió durante nueve meses; cuando hiciste que su cuerpo se contrajera de dolor mientras te daba a luz. Le dolió.
4. Ella siempre estaba asustada
Desde el momento en que fuiste concebido, ella hizo todo lo posible para protegerte. Se convirtió en una mamá oso. Era esa señora que quería decir que no cuando la niña de al lado le preguntaba si podía sostenerte, porque en su mente nadie podía sujetarte tan bien como ella. El corazón le saltó cuando diste tus primeros pasos.
5. Ella sabe que no es perfecta
Ella misma es su peor crítico. Conoce todos sus defectos y, a veces se odia a sí misma por ellos. Incluso, ella se exige más a sí misma de lo que tú podrías exigirle. Ella quería ser la madre perfecta y no hacer nada mal, pero es humana y cometió errores. Probablemente, ella todavía está tratando de perdonarse a sí misma por esas equivocaciones. Desea con todo su corazón poder volver atrás en el tiempo y hacer las cosas de manera diferente, pero no puede, así que trátala bien, porque hizo lo mejor que pudo.
6. Ella te observó mientras dormías
Había noches en que ella se quedaba hasta las 3 de la mañana rezando para que pudieras quedarte dormido. Apenas podía mantener los ojos abiertos mientras te cantaba, y pedía que “por favor, por favor, conciliaras el sueño.” Luego, cuando por fin te quedabas dormido, ella te acostaba en tu cuna y todo su cansancio desaparecería por un corto segundo, mientras se sentaba a observar tu precioso rostro de bebé, y sentía más amor del que creía era posible.
7. Ella te cargó mucho más que sólo nueve meses
Necesitabas que así fuera. Y así lo hizo. Ella aprendió a sostenerte en sus brazos mientras te limpiaba. Aprendió a cargarte mientras comías, incluso te sostenía mientras dormías, porque era la única forma en que a veces podías conciliar el sueño. Sus brazos se cansaban, su espalda le dolía, pero no le importaba porque quería estar cerca de ti. Ella te acurrucaba, te amaba, te besaba y te tocaba. Te sentías seguro en sus brazos. Sabías que eras amado en sus brazos, así que te cargaba con la frecuencia y tiempo que necesitaras.
8. Se le rompía el corazón cada vez que llorabas
Para ella, no había nada más triste que tu llanto, o nada tan horrible como las lágrimas que corrían por tu rostro. Ella hizo todo lo posible para que dejaras de llorar, y cuando no podía consolarte, su corazón se rompía en mil pedazos.
9. Siempre te ponía antes que ella
A veces no comía, ni se duchaba, ni dormía. Ella siempre anteponía tus necesidades sobre las suyas. Pasaba todo el día atendiéndote, y para el final del día, ya no le quedaban energías para hacer nada más. Pero al día siguiente, se despertaba y lo hacía todo de nuevo, ya que tú eras lo más importante de su mundo.
10. Ella lo haría todo de nuevo
Ser madre es uno de los trabajos más difíciles que cualquiera puede hacer, y a veces, te lleva hasta el límite. Como madre lloras, te haces daño, intentas cosas, fallas, trabajas y aprendes. Pero también experimentas más alegrías de las que pensabas que era posible y sientes más amor del que tu corazón puede contener. A pesar de todos los sufrimientos, las penas, las noches sin dormir y las madrugadas, ella lo haría todo de nuevo, porque tú vales la pena. Así que, la próxima vez que la veas, dale las gracias. Hazle saber que la amas. Ella nunca se aburrirá de escucharlo.
upsocl.com
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