Endorfinas. Las llaman la droga de la felicidad. Un recurso natural de nuestro cuerpo tan económico como sencillo, que deberíamos aprender a propiciar más a menudo. Basta con encontrarnos bien, con regalar un abrazo, con disfrutar de tu comida favorita, de salir a pasear por un bosque tranquilo, dejándote envolver por la naturaleza.
Nuestro cerebro es una maquinaria tan sabia como sofisticada, él nos recompensa con una buena dosis de endorfinas cada vez que “hacemos algo bien”. ¿Quieres saber algo más sobre estos mágicos elementos que de vez en cuando recorren tu torrente sanguíneo?
Endorfinas, ¿clave de la felicidad?
Pero, ¿qué son realmente las endorfinas? No podemos verlas, ni tocarlas, ni olerlas. Son pequeñísimospéptidos opioides endógenos que se liberan a través de la médula espinal y del torrente sanguíneo. El encargado de mandar la orden de su liberación en nuestro organismo es el cerebro. Éste ordena su aparición para atenuar el dolor y nos recompensa con una sensación de bienestar cuando considera que hacemos algo bien: comer, hacer algo de deporte, abrazar, besar, mantener relaciones sexuales etc.
Son opiáceos naturales, pequeñas sustancias que pueden llegar a ser 20 veces más efectivas que un medicamento. De ahí que se las conozca habitualmente como “las hormonas de la felicidad“. Destacar también que, normalmente, son tres las hormonas encargadas de producirnos bienestar o motivación: la dopamina nos motiva, la serotonina regula nuestro estado de ánimo y la endorfina nos da esa grata sensación de felicidad.
¿Cómo podemos producir más endorfinas?
Siempre suele decirse que la felicidad es un acto efímero, una aspiración o una realidad tan breve como un suspiro. Pero la verdad es que la felicidad a veces se esconde en los actos más sencillos y elementales, esas actividades cotidianas mediante las cuales nuestro cerebro nos recompensará con una liberación de esas maravillosas endorfinas, capaces de hacernos sentir aquello de “estoy bien, estoy perfectamente y ahora mismo no necesito nada más”. ¿Qué actos son los que pueden inducir este estado?
- Un poco de ejercicio físico, algo sencillo: salir a correr, andar, pasear, nadar, ir en bici, jugar un partido, bailar…
- Reír. ¿Sabías que la risa es un detonante del bienestar y que, además, es un acto peligrosamente contagioso?
- Mantener relaciones sexuales satisfactorias.
- Envolvernos por la naturaleza, por el mar…
- Relajarnos. Ese acto tan sencillo que a veces tanto olvidamos.
- Disfrutar de esa afición que va contigo. Pintar, cantar, escribir, pasear con tu mascota… cada uno de nosotros tenemos nuestras pasiones y también ellas nos generan nuestras propias dosis de endorfinas.
- Comer. Sabemos que el chocolate es uno de esos famosos alimentos tan asociados a las endorfinas, pero en realidad todo depende de nuestros gustos. Si eres una amante del picante obtendrás placer y endorfinas con este tipo de platos, si por el contrario te apasionan los vinos, los caramelos, o incluso las pizzas, tampoco importa. Son estos pequeños placeres culinarios los que tanto bienestar aportan. Pero eso sí, todo con moderación y equilibrio.
- Las sensaciones: un perfume, el olor del mar o del campo, la compañía de los tuyos, un abrigo que calma tu frío, una caricia, un sabor…
- La música, un detonante absoluto de las queridas endorfinas.
- Hacer cosas bien y sentirnos orgullosos de nosotros mismos también es un modo increíble de propiciar la liberación de estas hormonas.
¿Qué enemigos tienen las endorfinas?
Sabemos que es difícil mantener ese estado de felicidad de modo continuo. Las personas tenemos obligaciones, rutinas y esa cotidianidad que, a menudo, nos hace caer en una especie de apática monotonía.Son casi siempre estas dimensiones las que impiden que podamos sentir “el influjo” de las endorfinas tanto como desearíamos, de ahí que valga la pena “cambiar el chip” en alguna ocasión.
Busca siempre unas horas al día para ti mismo. Para pasear, hacer algo de deporte o realizar esas cosas que te gustan y que te definen. Valora las cosas sencillas, ahí donde reside el verdadero sentido de la felicidad: abrazara tus hijos, jugar con ellos, enamorarte cada día de tu pareja, disfrutar de una buena comida, disfrutar de tus mascotas o de un paseo por el campo… Esas son las auténticas vitaminas del día a día y lo que merece la pena experimentar. Si lo haces, si lo valoras, no habrá día en que no sientas el reconfortante abrazo de esas pequeñas endorfinas.
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