Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe. (Mateo 19:6)
Lo primero que debemos poner sobre la mesa es definir cuál es el propósito del matrimonio. El matrimonio fue diseñado por Dios y por ende debemos recurrir a lo que Él dice para saber el propósito de este. Sabemos que todo lo que Dios hace es para su gloria. Cada uno de nosotros fuimos creados para la gloria de Dios. El matrimonio fue creado para la gloria de Dios. Estos dos versículos fundamentan esta afirmación que les estoy haciendo:
“Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra, 7 todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice”. (Isaías 43:6-7)
“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. (1 Corintios 10:31)
Comprendiendo que el matrimonio es otra de las creaciones que Dios hizo para su gloria, podemos concluir lo siguiente: La motivación para ser fiel a nuestro cónyuge es la gloria de Dios. Se preguntarán, ¿por qué? Desarrollemos juntos este punto de vista.
Aquí entra en acción el versículo que vimos al principio de este artículo (Mateo 19:6). Aquí Jesús llega a la hermosa conclusión de que si hoy usted está casado/a, fue Dios quién unió su matrimonio, aunque pensemos que fuimos nosotros quienes escogimos nuestra pareja, en realidad fue Dios que ya nos tenía predestinados para nuestra unión. Su cónyuge es exactamente lo que usted necesita. Por lo tanto, si fue Dios quién nos unió, nuestro pacto matrimonial principalmente lo tenemos con Dios, no con nuestra pareja.
Por lo general cometemos el error de pensar que nuestro pacto principalmente es con nuestra pareja y es por eso que nuestra motivación se centra en ella o él. Equivocadamente pensamos que debemos ser fiel para no hacer sufrir a nuestro cónyuge, para no romper su corazón, para no lastimarlo/a o por no lastimar a nuestros hijos. Pero estas motivaciones centradas en nuestra pareja están completamente erróneas porque de ser así, entonces, tendremos licencia para ser infiel, siempre y cuando nuestra pareja no se dé cuenta. De esta forma estaremos cumpliendo nuestro pacto, porque si él o ella no se da cuenta no le romperemos el corazón y tampoco la lastimaremos y nuestros hijos no sufrirán porque nuestra relación, a pesar de que yo fui infiel no se ha roto, “nadie se ha dado cuenta de mi infidelidad y por ende no hay nadie lastimado”. ¡Nuestra motivación no puede estar centrada en nuestra pareja!
La única motivación para ser fiel a nuestra pareja debe ser la gloria de Dios, porque nuestro pacto fue con Dios principalmente. De esta forma no tendremos ninguna licencia para ser infieles, porque aunque nuestra pareja no se dé cuenta nunca de alguna infidelidad, ¡Dios si lo sabe! Él es omnipresente (está en todos lados) y aunque nos escondamos en lo más oscuro y recóndito de nuestra ciudad, Él estará allí viendo que rompimos el pacto con Él y reducimos su gloria al preferir nuestros deseos antes que a Dios.
Recuerden siempre, siempre, siempre: Su pacto matrimonial está hecho principalmente con Dios y no con su pareja. Es a Dios que le rendirán cuenta algún día sobre lo que están haciendo con sus familias. El matrimonio y todo lo que hagamos dentro y fuera de él, debe ser para la gloria de Dios. Si le haces una cena rica a tu esposa o esposo debe ser hecho para la gloria de Dios. Así Dios se lleva la gloria y tu matrimonio la felicidad. La plenitud en el matrimonio y la gloria de Dios no son dos lineas paralelas que viajan y nunca se encuentran, no tienes que escoger entre glorificar a Dios o ser feliz en tu matrimonio, la gloria de Dios y la plenitud en tu matrimonio son dos lineas que viajan entrelazadas. Mientras te preocupes en darle la gloria a Dios a través de todo lo que hagas en tu relación matrimonial, Dios se llevará siempre la gloria y tu matrimonio encontrará la verdadera plenitud.
por: soldados de jesucristo